En el origen y en el final siempre hay un agujero. se viene al mundo y se sale de él a través de un hueco.
Entre el parto y la tumba, la vida no es sino una sucesión de vacíos.
Un beso son dos agujeros que se tapan… una llave no vive sin su cerradura. Sólo las polillas conocen el secreto:
algo existe en la medida en que puede perforarse.
Todo son agujeros, hasta el cuerpo humano tiene forma de coladero. Los oídos a los lados, los ojos en sus cuencas.
El hombre habita dentro de un queso gruyère.
Y mucho más al fondo, en eso que sin saber qué es (otro hueco) se llama sentimiento, ahí asoman mil abismos.
El hambre es un agujero en el estómago; la pena, otro en el alma.
Y sin embargo hay quien dice que el agujero no representa nada, o que precisamente es la nada,
quizás ha llegado el momento de empezar a pensar que el agujero es realmente la materia
y que todo aquello que lo rodea nunca ha sido otra cosa que la nada.